Skip to main content

ESE, Adecco, la organización patronal Petita i Mitjana Empresa de Catalunya y cientos de entidades más, nos alertan sobre la baja productividad española. No es una noticia novedosa que seamos el país en el que más largas son las jornadas laborales y menor rendimiento se obtiene por hora trabajada… Pero, ¿que hay detrás de todo esto?

Durante los últimos años he viajado por Europa y aunque con un objetivo y cometido distinto a la reflexión que hoy os traslado, me veo en el compromiso de trasmitiros mis deliberaciones al respecto.

Llevo trabajando más de 20 años en España, tanto en empresas multinacionales, locales, como “multilocales”. En una de estas empresas (multinacional), el presidente europeo de la compañía me dijo en una sobremesa: “José Miguel, me han llegado noticias de que trabajas muchas horas, incluso algún que otro sábado”. Entonces me cambió el semblante, saqué pecho y con orgullo respondí: “Gracias, yo me implico mucho en los proyectos e intento darlo todo…” Esperé una sonrisa y una cara de satisfacción en mi interlocutor, sin embargo su respuesta fue contundente: “En XXXXXX no nos gusta las personas que trabajan tantas horas, porque pueden pasar dos cosas (continuaba) que no tengas los suficientes recursos, que lo dudo, o que no seas capaz de resolver tu trabajo en 8 horas, bien sea por falta de organización o por falta de aptitud para el puesto que desempeñas” Tragué en seco…

¿Cuantas veces vemos que llegan las 7 de la tarde y los compañeros se miran disimuladamente a ver quién es el que primero se levanta? ¿Cuántas veces hemos visto como miran el reloj nuestros jefes, allá por las 8 de la tarde cuando nos despedíamos, y además salimos con un fuerte sentimiento de culpabilidad porque todavía quedan muchos colegas con cara de “qué ocupado estoy y cuanto curro tengo”? ¿No da la impresión de que todo el mundo siempre está liadísimo, que tienen mucho trabajo y que van acelerados?

Eso sí, tenemos dos horas para comer y descansar, bueno, como estamos tan liados, comemos y nos sentamos delante del ordenador en un estado de somnolencia ideal para ser altamente productivos. La máquina del café, las largas charlas por los pasillos o despachos, el cigarrito, que como ahora no se puede fumar en las oficinas, pues claro… los largos desayunos o almuerzos (a lo levantino). Las reuniones dispersas donde el tema principal es el sexo de los ángeles… Lo bueno (por lo gracioso me refiero) de todo es que este es un comportamiento natural, ya que en España se valora a las personas por el número de horas que pasan en “el tajo” y no por su productividad real.

No es de extrañar que, sin vida propia, los trabajadores construyan su mundo en el entorno laboral, con lo que ello conlleva…

Todo esto multiplicado por las miles de organizaciones españolas dan como resultado un tejido empresarial ineficiente e improductivo cuyo sino es el fracaso permanente en los mercados internacionales y una sociedad desmotivada debido a la falta de equilibrio entre la vida personal y la laboral.

En los últimos meses, como apuntaba al comienzo del artículo, he visto grandes y pequeñas empresas, pero todas con denominadores comunes respecto de sus sistemas: Trabajan muy concentrados y en silencio, relajados, hablan entre ellos de temas operativos (nada de monsergas ni de críticas al vecino), buena educación y formas, las reuniones son serias y altamente eficientes, trabajan con planificación a medio y largo plazo (no conciben el trabajo sin ella), y el nivel de Calidad en la mayoría de lo que hacen se podría evaluar de “alto”.

¿Tendrá algo que ver con que entran a las 8:30, comen a las 12:30 de la mañana algo ligero y “voilà” a las 17:30 todo el mundo en sus casas con sus familias y amigos? ¿Tendrá algo que ver que las empresas se conciben como entornos laborales y no de vida? ¿Tendrá algo que ver que la gente está descansada y rinde el doble en el mismo tiempo? ¿Tendrá algo que ver el nivel formativo de los directivos?

Se han publicado cientos de libros, miles de blogs y millones de aportaciones en miniblogs sobre cómo planificar y organizar, crear nuevos y más eficientes sistemas, mejorar la gestión del tiempo, etc. No conseguiremos nada con técnicas de gestión empresarial, no nos engañemos, la clave está en nuestra base cultural y social “Debemos Aprender a Vivir” el resto vendrá por defecto.

Hasta la próxima