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Determinar la financiación para tu negocio es un aspecto clave antes de ampliar o poner en marcha una empresa. Para ello, se han de tener en cuenta las necesidades financieras, de capital de trabajo y el resto de recursos. ¿Cómo conseguirlo? Con una buena planificación financiera.

Qué es la financiación de empresas

La financiación empresarial es una contribución monetaria que mejora la liquidez de una empresa y le permite desarrollar sus actividades. Este dinero habrá que devolverlo según los plazos e intereses pactados con anterioridad.

Para ello es necesario elaborar un plan de financiación de la empresa, que resulta un documento esencial en el marco de las finanzas corporativas (creación, adquisición o ampliación de empresas). Este se utiliza para conocer y analizar los diferentes recursos con los que financiar con éxito un proyecto y cubrir todas sus necesidades.

Porque ¿cuáles son los objetivos de trazar una planificación financiera?

  • Asegurar el punto de equilibrio del proyecto (cuando los ingresos por ventas igualan a los costes fijos y variables).
  • Definir los reajustes necesarios para evitar que se llegue en una situación de empresa en crisis (reducir costes, explorar otras fuentes de financiación empresarial…).
  • Recopilar datos que justifiquen la solicitud de un préstamo.
  • Llevar un control, a largo plazo, del equilibrio financiero.

Métodos para determinar la financiación para tu negocio

Existen varias fórmulas y métodos para determinar la financiación para tu negocio. En función de su origen podemos encontrar:

1. Interno

La empresa es la que financia una actividad concreta (nuevo proyecto, necesidades…) con sus propios recursos, es decir, con el patrimonio neto de la empresa.

El dinero se obtiene de las reservas económicas, amortizaciones, beneficios no distribuidos o recursos aportados por los socios, entre otros.

2. Externo

Una fuente ajena a la empresa aporta el capital para llevar a cabo lo que se pretende. Algunas de las fuentes de financiación que escogen los propietarios son créditos, hipotecas y tarjetas de crédito.

Estas acciones deben realizarse con cierta cautela para evitar una situación de suspensión de pagos o, incluso, la quiebra. Asimismo, conviene realizar el apalancamiento financiero de forma continua.

Otras formas de financiación externa son:

  • Crowdfunding. Es una fórmula de financiación creativa donde personas anónimas aportan una cantidad a cambio de una compensación, generalmente en forma de producto.
  • Factoring. Una empresa que necesita liquidez cede a otra las facturas generadas por ventas. Así, esta segunda es la que se encarga del cobro para resarcir la deuda contraída.
  • Leasing. Una empresa cede a otra un bien a cambio de un alquiler con el que financiar sus actividades. Al finalizar el contrato, la empresa que alquila puede comprar el bien descontando lo abonado o desvincularse de él.
  • Sociedades de garantía recíproca. Son sociedades que actúan como intermediarias y suelen facilitar a las pymes la financiación que necesitan.
  • Préstamos. Un banco, empresa o persona presta una cantidad económica que se debe devolver con intereses previamente acordados.

Cómo crear un plan para determinar la financiación para tu negocio

Aproximadamente el 90 % de las empresas necesitan en algún momento cierto tipo de financiación. No obstante, antes de lanzarse a por ella es necesario llevar a cabo un exhaustivo análisis de las necesidades. Así, se evitará que la operación sea un fracaso o, incluso, que se pueda perder la identidad de la empresa.

Aquí desarrollamos cómo elaborar un plan de financiación de una empresa en varios pasos:

1. Determinar las necesidades para determinar la financiación para tu negocio

Lo primero de todo es conocer las inversiones iniciales y los activos no corrientes, los que se tienen disponibles durante un año. Hablamos de:

  • Maquinaria, terrenos, vehículos, material informático…
  • Software, patentes, costes de investigación y desarrollo, archivos de clientes…
  • Publicidad y marketing, sitio web…
  • Depósitos de seguridad, bonos de fianza…

2. Calcular el capital de trabajo

Con este cálculo se pueden anticipar ciertas acciones con las que sopesar el desfase entre las entradas y salidas. Esto es importante porque, al haber comprado ciertos productos a los proveedores, todavía no se tiene el pago de la venta a sus clientes.

3. Identificar todos los recursos

En la planificación financiera solo hay que incluir los recursos con los que se cuenta. Los habituales son:

  • Capital social: contribuciones en efectivo o especie.
  • Préstamos bancarios: aportes de los asociados, bonos y subvenciones.

4. Actualizar los recursos y necesidades

Un buen plan debe actualizarse con los nuevos elementos que surjan en cada año fiscal. Así, se deben tener presentes los préstamos, el aporte de capital social, la reducción del capital de trabajo, la capacidad de autofinanciación…

Del mismo modo, hay que valorar la distribución de dividendos, el reembolso de los préstamos, nuevas inversiones y necesidades.

5. Estudiar los datos

Para evitar el riesgo de fracaso, hay que analizar todo lo anterior de forma minuciosa y responder a ciertas preguntas. Por ejemplo, ¿tiene suficiente liquidez la empresa?, ¿hay un exceso de recursos que puede cubrir los imprevistos?, ¿cuál es el riesgo financiero?…

Todo lo anterior es clave para poder planificar ajustes y alcanzar los objetivos y el éxito del negocio. Y en Strategik podemos ayudarte a determinar la financiación empresarial y comprobar su viabilidad.