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La reestructuración empresarial no es más que un proceso de cambio de una organización con el objetivo de transformarla y adecuarla a un nuevo modelo de empresa. De este modo, seguirá siendo competitiva y mejorará su funcionamiento, aunque supondrá una modificación estructural de la organización. 

Qué es la reestructuración empresarial

El estado actual de las finanzas corporativas, dado el panorama internacional de crisis económica, está teniendo fuertes repercusiones. Como consecuencia, es necesario cambiar la forma en que se ha trabajado hasta ahora para reforzar la empresa y estar en mejor disposición para afrontar el futuro. En función de la anticipación con la que se actúe, la reestructuración empresarial habrá de suponer un cambio más o menos profundo.

La reestructuración societaria no es más que un proceso de renovación interno con el que se puede desencadenar un nuevo modelo de negocio. Este estará alineado con las demandas actuales y podrá resolver de alguna forma los problemas, legales o económicos, para mejorar el funcionamiento de la organización.

Entre los objetivos de la reestructuración empresarial, destacan garantizar y aumentar su competitividad en el mercado actual. Un proceso como este no es sencillo para una organización, ya que también debe asegurar su funcionamiento futuro. 

Beneficios

Al hablar de los beneficios de una reestructuración empresarial no podemos obviar que está exenta de tributación según la Ley de Modificaciones Estructurales. Este proceso aporta valor añadido y otros beneficios destacables a la compañía. 

  • Conserva el patrimonio empresarial. El patrimonio se divide en afecto y no afecto, que es el que no responde al riesgo de la empresa. 
  • La compañía se divide para la venta. Se pueden obtener mayores ingresos que si se vende en un solo bloque, ya que se obtiene un mayor precio de venta. 
  • Reduce los costes. Se reduce el personal para mejorar las operaciones de la organización y se eliminan las inversiones que suponen un coste para esta. 
  • Mejora la toma de decisiones. Se redefinen las responsabilidades, se establecen competencias y acuerdos. 
  • Optimiza los procesos. 
  • Se adapta a las necesidades actuales para poder afrontar nuevos retos. 

Tipos de reestructuración empresarial

Los procesos de reestructuración empresarial se realizan para adoptar un nuevo modelo de negocio cuando el actual no funciona o se prevé que no funcione al máximo rendimiento. Pero una reestructuración es un cambio, no un giro de 180 grados. Por eso, las transformaciones se pueden producir en ciertos puntos estratégicos y eso nos llevará a adoptar un nuevo modelo de negocio.

Así, en función del área afectada podemos definir varios tipos de reestructuración empresarial: 

  • Interna. El objetivo de esta transformación es conseguir una mayor eficiencia en el funcionamiento de las distintas áreas de una organización. 
  • Financiera. Es una de las reestructuraciones más comunes y frecuentes. El objetivo principal es adecuar las cuentas de la organización para que se adapte al nuevo esquema de negocio. 
  • Tecnológica. Esta transformación es crucial en la actualidad, porque persigue que la organización se pueda adaptar a las nuevas tecnologías que se promueven en el mercado. 

Fases de un proceso de reestructuración empresarial

Cada empresa es distinta, y en cada una hay que seguir un proceso adaptado a sus necesidades. No obstante, existen algunos pasos comunes: 

  1. Estudio de la situación. El primer paso es analizar a fondo la situación de la compañía. ¿Cuáles son sus problemas? ¿Por qué no cumple los objetivos? ¿Qué la hace distinta de la competencia? ¿Qué cambios hay en el mercado? Con estas y otras preguntas se podrá elaborar un informe que dé respuesta a todas ellas. Asimismo, contar con la ayuda de un asesor externo puede ser interesante para que analice de forma objetiva y nos asesore en cada fase. 
  2. Toma de decisiones. Corresponde al órgano de administración tomar la decisión de llevar a cabo la reestructuración. Para ello, debe tener en su poder datos actualizados y reales; de lo contrario, la decisión que se tome puede ser errónea. 
  3. Diseño del plan de reestructuración. Este plan va a fijar el tipo de transformación que sufrirá la compañía. Por ejemplo, crear un holding, eliminar una rama de actividad, rediseñar la estrategia de marketing… Además, en el plan se han de detallar el plazo y los objetivos a alcanzar y quién ejecutará cada acción. Asimismo, se fijarán indicadores que demuestren si el plan funciona o no. 
  4. Ejecución/aplicación del plan. Toda la empresa debe colaborar e implicarse para que lo fijado sea un éxito. La mejor forma de conseguirlo es ofreciendo a la plantilla formación e información al respecto del proceso. De esta manera, se evita la resistencia al cambio. 
  5. Evaluación. Conforme se vayan alcanzando los primeros objetivos, hay que analizar si van en la dirección correcta. En caso contrario, se podrán realizar cambios en la ejecución o en los objetivos que se pretenden alcanzar. 

La supervivencia de una organización depende de su capacidad de adaptación a los cambios. Por eso, lo importante del proceso de reestructuración empresarial es saber cuándo y cómo realizarlo.